Soltamos y cogemos otro tren,
en la veloz carrera de la vida,
sin admirar el verde de los prados,
pues las noches, se mezclan con los días.
Mis padres aguardando y aguardando,
les llamaré mañana, me decía.
Mañana, ¡Se hace tarde para el tren!
La culpa es del reloj, me repetía.
Con las horas, los días se pasaron,
el eco de mi voz y mis caricias.
Me encontré al final de esté camino,
con las manos, varadas y vacías.
Esperando impaciente otro tren,
que anhelaba coger y no venía.
Se me fue la vida en el andén,
con los bártulos y la maleta que tenia...
José Manuel Sirgo Gallardo
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