lunes, 4 de enero de 2010

Esé amor cuando nos toca

¡Quiero acariciar con mis dedos,
tu dorado cabello,
que irradia brillante su inocencia!
Acercarme con mis labios,
¡hacia la miel de tu boca!

¡Saborear tus húmedos labios...
...Cuales me apasionan.
Morder tu lengua mientras me tocas,
dejar caer mi calidez por tu firme cuello,
hasta tus hombros,
por tu camino de rosas!

Cerrar -paso a paso-, mi boca.
Quiero lamer entre tus pechos,
sentir tus pezones en mi lengua.
¡Como la campana que se agita esplendorosa!
En el campanario de nuestros deseos.

¡Acariciar tu espalda, y bajar con mis dedos hasta tus nalgas!
Tumbarnos en el silencio,
al oír el estruendo, de nuestros corazones.
Como se sofoca, por nuestro parpadear que nos aflora.
Quiero hacerte el amor...
...¡Aunque solo sea un día, o unas horas, o cientos de minutos!
Cuando tu y yo estemos a solas.

Meternos bajo las sabanas,
cerrar los ojos,
y sólo sentir nuestros cuerpos cuando se rozan.
Y despreocuparnos, de quien es quien, y quien toca.
Besarnos nuestras bocas, y lamer cada poro que se exponga.
¡Hacernos el amor ese amor cuando nos toca!


José Manuel Sirgo Gallardo

Unas palabras hacia la esperanza

Para aplacar su anhelo...
...Van los hombres errantes.
Sin otra recompensa.
Espejismos,
que prenden del cansancio,
de sus miradas.

Contemplan ausentes,
-la pobreza, el dolor y la miseria-.
Imágenes,
de un mundo destronado.
Por el odio del -hombre contra el hombre-.
Y es doloroso,
ver que con engaños,
Los hombres viven juntos,
con desdeñosos gestos,
ante el dolor ajeno indiferentes,
y seca aceptación, la rapiña.

Criaturas que sollozan,
mendigos que agonizan,
agonizan solitarios.
Mujeres maltratadas,
que se esconden,
detrás de las tinieblas,
por el miedo.
De tanta desventura que las cubre.

El sopor de la muerte...
...Avanza,
flor sedienta.
¡Sólo la mentira sobrevive!

¿Pero aun muerde la vida?
Esa carne verdadera,
que es el templo del espíritu.
¡Y ante tanta miseria,
se opone la injusticia!
Y de repente, -a golpes
a golpes-, despierta.
Aquellos hombres,
que alguna luz aun conservan.


José Manuel Sirgo Gallardo