Reía el niño.
Y al mirarlo pensé,
no hay nadie más dichoso.
Al ver a la madre, amamantarlo.
La mirada fija,
en su bebé hermoso.
¡El universo entero, tenía en su regazo!
Lamenté.
Si lamenté, no ser un pintor famoso.
Para llevar al lienzo,
su grandeza.
Y decir a los siglos venideros.
Contemplar ésta dicha,
ésta belleza.
No busquéis más camino.
No busquéis más sendero.
Que una esté mundo,
con el cielo.
José Manuel Sirgo Gallardo
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